martes, 4 de noviembre de 2014

La familia II

En mi casa somos cinco. Bueno seis, con la tortuga. Bueno ahora ocho, con las dos “recientes” incorporaciones (reciente una, porque mi otra mitad lleva seis felices años incorporado).

Mi familia es peculiar. ¿Qué familia no lo es?

La capitana, mi madre. Mi madre es una persona de estas que se quedó embarazada con 24 años sin estar casada, con un piso en reformas, y una humilde peluquería con la que ganaba para mantenerse y poco más.
Es una persona muy jovial, con muy (MUY) mala leche, y mucho (MUCHO) sentido del humor a la vez.
No es una persona de ésas que se piensan las cosas mil veces, a veces creo que ni cien.
Sí es verdad que me ha apoyado en todo lo que decidido. Pero apoyar no siempre es ayudar. Todo lo que tengo me lo he ganado yo solita.
A veces se le olvida que es la cabeza de familia junto a mi padre, y hay que recordárselo. Creo que nunca se imaginó llevando la vida que ahora lleva, pero lo cierto es que fue ella quien la eligió.
Ojito que yo no la cambiaba por otra, que es la mía, pero se le olvida que la vida pasa, que la madurez es asumir muchas cosas y dar ejemplo en muchas otras, y esa asignatura la lleva con un 5 raspaete.
Síndrome de Peter Pan, creo que se llama.

El segundo de a bordo, mi padre.

Nos llevamos 20 años. A veces se me olvida que no es mi hermano, que es mi padre.
Y eso es un problema.
Es una de esas personas que nunca estuvo a gusto en su casa porque nunca se lo pusieron fácil.
Le afecta todo demasiado, lo bueno y lo malo. Y lo proyecta todo demasiado. Lo bueno y lo malo.
Es un soñador, nos infla a todos la cabeza con cosas que quizá algún día, si se alineasen tres planetas y dos constelaciones, en un lugar y tiempo indeterminado, podrían llegar a pasar. Está enamorado hasta las trancas de mi madre. Jamás vi a nadie más enamorado de alguien después de 25 años de casados.
  A veces pienso que lo está más él que ella.
Siempre he pensado que ve que me hago mayor y no sabe muy bien cómo tratarme. Cuando hablamos sobre un tema (trabajo, casa…), lo hacemos sin problemas, pero cuando se trata simplemente de hablar de nosotros, la cosa se complica. Y se preocupa, me consta que mucho, pero usa a mi madre de intermediaria, cosa que me hace gracia.
Tampoco lo cambio por ningún otro eh? (la sorpresa vendría si dijera que sí, ¿no?).

De una manera u otra, ésos son mis padres, a veces mis amigos, a veces mis hermanos, a veces hasta mis hijos. Solo que si fueran mis hijos o mis hermanos de verdad, más de una vez les hubiera dado un cabezazo a cada uno entre ceja y ceja.

Mi hermana será, como una marinera más de la tripulación.

 Mi hermana es simplemente, un ser maravilloso. Mi hermana estuvo muy malita de bebé. Creo que quizá por eso la admiramos todos tanto como la admiramos. Ella es uno de los raros casos de celiaquía que se diagnosticaban hace 20 años.  Es una tía fuerte y débil a partes iguales. Luchadora desde que nació y (MUY) gritona.
Cuando empecé a hacerme más o menos cargo de ella era algo así como un gremlin de pelo corto y rizado, gritón hasta el punto que parecía multiplicarse sin mojarse, cabezón, desobediente y a veces insoportable. Pero se fue haciendo mayor.
Que sí, que a veces sigue siendo insoportable, pero  ¿quién no lo es más hora al día de lo que quisiera?
Pelea por lo que quiere y hasta ahora siempre lo ha conseguido (creo). Yo la quiero con toda mi alma, aunque nunca se lo digo.

El otro marinero es el que siempre está ahí, tan en silencio que parece que no está. El pequeño de la familia Mónster.
Mi hermano es como un hijo adoptado para mí, a ese sí que me lo he criado yo. Resultado: he creado, sin querer, una copia exacta a mí, pero con principios de barba.
Él es el más tranquilo (tranquilidad=pachorra), se pasa el día cara al ordenador, algo más que habitual hoy en día, y es el niño de mis ojos. Es un niño entrañable. De momento no da mucha guerra, pero se ve allá a lo lejos un pavo que va acercándose a pasos de gigante.
Recuerdo cambiarlo, bañarlo, darle el biberón, llevármelo al parque, de paseo por la avenida…
Conmigo se soltó a andar.
 Recuerdo su primer día de cole, y los lagrimones de mi madre cuando nos llamaba desde el patio.
Lo quiero más que a mí.

 Y las incorporaciones…a uno lo tenemos en cuarentena (es broma, mi cuñado nuevo es un solete), y el otro…ay el otro. Algún día os hablaré sobre el amor de mi vida. De esta vida y de todas las que me tocan.

La tortuga no habla. Sólo come jamón york y sepia. También le gusta la hamburguesa y el calamar. Pasa el invierno cobijada detrás del congelador, y el verano en su chalet.



¡Aquí me encontraréis!

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3 comentarios:

  1. Me mola la vida de tu tortuga… quiero saber de amore informatico
    Si me dejas un dia hago una entrada, pero.dime de lo que quieres q hable y si te gusta , hago una colaboracion,.
    Me creare un blog cuando pase todo lo q estoy metida .
    Coges el guante????

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  2. Por supuesto que lo cojo! Pero el tema es libre...puedes hblar de lo que quieras, que para eso eres la invitada. Ay mi amore informático...tengo pensado halar mañana sobre él.

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  3. Yo quiero saber quien es ese amor de tu vida!!! La vida de tu tortuga la quiero para mí (invernar todo el invierno y durante el verano al sol y a la piscina)

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