martes, 25 de noviembre de 2014

Barcelona, qué bonita eres

Jamás encontraré un lugar más bonito que mi Barcelona del alma.
Tres veces he ido a visitarla y las tres me he venido con el nudo en la garganta por si no puedo volver.

La primera visita fue con el colegio, un poco accidentada. De camino, atravesando Tarragona, una llamada nos informó a los dos cursos de que un amigo nuestro había tenido un accidente en moto y había fallecido. Mec, empezamos mal.

Iban a ser dos días en los que estábamos muy lejos de donde realmente queríamos estar, y los que no pudieron soportarlo se volvieron por su cuenta nada más llegar.
-Un acontecimiento así me va a quitar las ganas de volver a esta mierda de ciudad- pensé nada más poner un pie en tierras barcelonesas.

Qué va qué va…es que se respira hasta otro aire.
El guía nos llevó por los lugares más conocidos (a lo guiri), y nos contó las mil y una historias que los catalanes tienen para cada uno de los lugares.
Maremagnum, Parc Güell, Camp Nou (oh, sí), mercat de la Boqueria, la Casa Batlló, Rambles, Plaça Catalunya…y por la noche…Grease, el musical.
El musical y el culo de Edurne, que fue lo que todos los varones de los dos cursos de bachiller vieron durante las tres horas que duró el musical.

Un viaje muy bonito.

-Esto tengo que enseñárselo yo a alguien alguna vez. Volveré por mi cuenta para que alguien a quien quiera mucho mucho lo vea, porque es digno de ver.
Y así pasó. Tal cual.
Dos veces más volví, ya por mi cuenta, con alguien a quien quiero mucho mucho para que lo viera, porque es digno de ver.

Y es que vas por sus calles y todo es bohemio, artístico, la gente va a su rollo, tú eres un ciudadano más, y lo visitas todo…y le explicas a quien te acompaña lo mismo que te enseñó el guía a ti, y ves que a esa persona le gusta igual que a ti…
Y vuelves al Starbucks de el Maremagnum y te bebes un batido mirando al puerto, que tiene unas boyas que si vas borracha al puerto te hacen flipar gominolas porque tienen forma humana y parecen gente flotando en el agua (o eso me han contado), y ves el inmenso monumento a Colón, cuyo dedo mide 2 METROS, y señala a tierras americanas, y ves todo lo que viste en tu primera visita…y piensas:
-Madre mía, ¡si sigue todo aquí, en el mismo sitio que lo dejé hace años!(ya ves tú el pensamiento idiota, ni que se fuera a cambiar de sitio el Corte Inglés de Plaça Catañunya, o Colón de repente fuera a señalar a otro lugar).

Pasear. Te levantas un domingo, te pones calzado cómodo, y simplemente paseas…y sin buscarlo, ves lugares que nadie te dijo nunca que estaban ahí y que no salen en las guías porque no son los rincones más conocidos de la ciudad.

Eso sí, carga bien la cámara porque con todo lo que hay que fotografiar lo mismo se te queda sin batería, y vas al Bosc de les Fades y no puedes hacer ni una puta foto. Y te ríes, por lo anecdótico y lo jodido del asunto. Pero no importa, porque esos sitios tienen algo que se te queda grabado en la retina. 
Ais…(suspiros) ¡¡Barcelona, qué bonita eres!!



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