lunes, 17 de noviembre de 2014

Anoche tuve un sueño

Él se fue un 6 de mayo de 2001. Los mayores me decían que había ido al hospital para que le hicieran una prueba pero como era viernes y se les había hecho tarde decidieron dejarlo ingresado para hacérsela el lunes. Y ese lunes llegó. No fui a verlo en todo el fin de semana, se suponía que eran unas pruebas de rutina y que pronto volvería a casa.

Ese lunes, aproximadamente a las 9 de la noche, el teléfono sonó como sólo suena en estos casos. Mi padre debía ir de urgencia al hospital si aún quería verlo con vida por última vez.
A la hora y media, el teléfono volvió a sonar igual de triste que repiquetean las campanas el día de un funeral.

Mi abuelo ya no estaba entre nosotros. 

Jamás creí que lloraría tanto ante su ausencia porqué él era el típico yayo de fines de semana; no había crecido con él y tampoco era la persona más jovial y expresiva del mundo.

Los años siguientes fueron los peores, tardé en ir a visitarlo a su "nueva casa", y cada vez que pensaba en él no podía evitar llorar como jamás creí que lo haría. 

Era como si él siguiera junto a mi, como si me hubiera elegido a mi de entre toda su familia para protegerme. Yo le hablaba, le pedía por los míos...él se hacía presente en sueños, y sus respuestas se ofrecían en forma de los recuerdos que tenía de él. Lo sentía junto a mi.

Pero una noche de septiembre de 2013...

Estamos todos celebrando un cumpleaños en casa de un familiar, cuando me giro y veo su cara, sonriente como un niño pillo, o como un abuelito al que nunca se le han ido las ganas de jugar. 
Me lanzo a por él como si hiciera 12 años que no lo veo, y su abrazo se hace largo, me llega hasta los huesos.

-¿Qué haces aquí?
- Es que por allá arriba está todo muy aburrido.
- Y por qué siempre vienes a verme cuando estoy durmiendo?

Vuelve a sonreír, y sin decir nada, se da media vuelta y se va, siguiendo un pasillo que antes no estaba.

Cuando desperté, me dio la impresión de que estaba muy sola, en cierto modo lo había soñado, pero yo sabía que, igual que había hecho siempre, él había estado en ese momento junto a mi. 

Pero esta vez para decirme adiós.

Los días siguientes me obligaba a mi misma a pensar que ciertamente todo había sido un sueño, porque nunca creí en historias de personas con el don de tratar con seres que ya no están. Pero he estado doce años sintiendo que alguien me cubría las espaldas, que alguien me empujaba a tomar decisiones de esas que tú sola no te atreves a tomar, y que tomas cuando un ser amigo te dice venga va, que todo saldrá bien, y si no sale bien, en un futuro nos reiremos de todo esto. De verdad que estuve con él. De verdad que lo vi. De verdad que cuando lo abracé sentí los pelos de su barba naciendo como lo hacía cuando iba a verlo a su casa. Estaba ahí, delgado y sonriente, pero sin muletas, sin dolores, sin penas ni preocupaciones. De verdad que vino a decirme adiós. Apareció en un sueño que no tenía nada que ver con los anteriores. Estuvo mucho tiempo haciéndome recordar buenos momentos con él, metiéndose en mis sueños porque sabe que es la única manera en la que podíamos estar juntos sin que yo cayera del susto.
Eligió la manera más bonita para despedirse de mí, cuando estaba seguro de que podía marchar sin dejarme pena, cuando me vio madura para asumir que jamás entraría por la puerta de su casa y lo volvería a ver. Eligió hacerlo de una manera en la que sólo los dos fuésemos cómplices, como todo lo que había hecho en vida.

Cuando "desperté", él ya no estaba. Desde esa noche, él ya no está.



¡Aquí me encontraréis!
Instagram

1 comentario:

  1. Que chulo Mara!!! Los seres queridos que amamos siempre están ahí como nuestros ángeles de la guarda

    ResponderEliminar