viernes, 2 de enero de 2015

Año nuevo...¿vida nueva?

Pues no creo.
Suelo ser de las personas que se proponen un montón de cosas nuevas para el año que empieza, y que como todo el mundo, no los cumple.

Porque si hubiera hecho caso a los que me propuse el año pasado tendría mis títulos de inglés y valenciano colgaditos en la pared, mis 10 kilos de menos, una cuenta bancaria con muchos ceros...en fin cosas incumplibles.

Así que para este año no me voy a proponer nada, ni tampoco me voy a comprar una goma con superpoderes para borrar las cosas feas del 2014.
Sólo voy a vivir el día a día lo mejor que pueda, ser tenaz en las cosas que más me cuestan, y sobre todo, no perder la ilusión.
Ay la ilusión...qué difícil es de mantener. Cuánto cuesta de conseguir, y qué rápido se pierde, la jodía. Y las ganas de luchar. Luchar por lo que quiero, por ser fuerte, por aprender a convivir con cosas que me molestan, y no que no salga la Mara diábolo que chilla a grito pelao y se caga en todo lo más feo que se le ocurre.

Porqué los propósitos estos tontos de aprender a querer a la gente que se porta mal conmigo, de ser más buena persona, de tolerar a la gente que normalmente no tolero y blablabla no es que los dé por imposibles, es que los doy por inútiles, en su más estricto significado. Por tontos y para gente a la que realmente no se gusta a sí misma.
Yo cometo muchos errores, quizá más de los que comete una persona normal, pero tengo la conciencia tranquila porque cuando todo está mal, oscuro, casi negro, y nada tiene sentido, lo único que me consuela es que si de algo he pecado, es de ser demasiado tolerante y demasiado buena con la gente que menos se lo merece.

Así que lo único que hay que pedirle al año nuevo, es fuerzas para seguir siendo nosotros mismos, y saber alejar a las personas que no nos ayudan a conseguir nuestras metas, para que ésas que son buenas, que nos hacen la vida más fácil y a las que queremos, tengan el sitio que merecen.


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